En la vida lidiamos con una serie de herramientas aprendidas para nuestro buen caminar, y tratamos de utilizarlas de la mejor manera que sabemos para tomar las mejores decisiones en cada momento. Ya he hablado en muchas ocasiones de que lo que en la sociedad de hoy nos falta es la orientación al interior. Encuentra tu camino, pero no trates de hacerlo a través del intelecto ya que este no surge como resultado de un cálculo, no surge desde la parte racional.

Estamos tan inmersos en el mundo mental del Ego que nos olvidamos que existe esa otra parte de nosotros que tiene más que ver con escuchar la voz de nuestro Ser (del alma), y que es esencial para conducir nuestra vida hacia la paz y la armonía con la vida. Llega un momento en que el modelo de la realidad del Ego se agota, y desde la necesidad de una alternativa surge la posibilidad de la visión espiritual, la que considera un yo esencial y puro, en sustitución del personaje creado a lo largo de nuestra vida, en respuesta a las propuestas externas sobre cómo vivir nuestra vida.

Tratando de decidir por ejemplo a qué nos queremos dedicar, queriendo tener claridad desde un ejercicio meramente mental y esperando la certidumbre,  no es el camino.

Valga la redundancia, para el buen devenir en la vida, para despertar el sueño en el que vive nuestra sociedad, debemos entrar en contacto con nuestro mundo interior para escuchar la voz de nuestro alma.

Lo que se llega a descubrir cuando entramos en contacto con nuestro mundo interior, es, por un lado, aceptar que no todo está en nuestras manos, y que somos parte de una inteligencia superior; por otro, que esta inteligencia superior siempre vela por nuestra felicidad y bienestar, a medida en que nos permitimos ser guiados por la misma.

A raíz de asumir lo anterior, y crecer nuestra confianza en esa fuente de energía organizadora, decidimos dar un paso atrás para escuchar lo que esta nos dice. Ya somos capaces de encarar con otra actitud, por ejemplo, el camino hacia encontrar nuestro camino, y aguardar en paz la próxima señal. Sabiendo esto, sabiendo de dónde viene y todas las bendiciones que se reciben de aquel que nos creó, podemos llenarnos de confianza respecto del futuro y agradecimiento por los aprendizajes del pasado, encontrando la felicidad en el presente por el simple hecho de existir y formar parte de un todo.

La vida no necesita ser calculada a cada paso. No está para ser controlada. Ni si quiera para descubrir su origen ni para desvelar el misterio que nos envuelve. Simplemente se nos pide vivirla plenamente y descubrir nuestro poder ante tantas tentaciones externas que tratan de despistarnos.

Por difícil que nos parezca verlo, todo lo que vivimos es una proyección de nuestro mundo interior, y se trata también del mundo interior de la humanidad, pues no estamos separados y somos un único Ser con una misma mente.

Nuestra función es regenerar la Unidad desde la individualidad, es decir, el cambio comienza desde cada uno, transformándonos a cada instante mediante nuestra apertura, a todas las emociones que son aprendizajes que debemos vivir para ir encontrando nuestra verdadera esencia, sólo Amor.

Son las experiencias del alma las que permiten creer en una nueva dimensión de la realidad, en una nueva conciencia para afrontar la vida que nada tiene que ver con el mundo que se percibe. El poder de la mente es ilimitado pero se limita a sí misma por la percepción del mundo. En la medida en que confiamos en una Verdad más allá de la realidad percibida, es posible alcanzar la liberación de la esclavitud de la mente, haciéndose posible la libertad de pensamiento ante cualquier situación que nos depara la vida.

En el camino hasta conseguir esto, hasta la etapa inicial del despertar, hay numerosas pruebas hasta poder abandonar definitivamente el mundo del Ego. Para los que quieran profundizar en cómo es la etapa de transición, en este artículo pueden ampliar información al respecto.