En este post hablaremos de la pérdida del ser en el mundo de hoy.

La pérdida del ser se siente como una sensación de vacío, como una soledad de estar separado del mundo que nos rodea. Puede llegar incluso a sentirse como una falta de sentido, y los sentimientos principales son la duda, la inquietud, la culpa, la inseguridad o incluso el temor y pánico. Dependiendo del grado de separación la molestia que sentimos es más o menos aguda. También puede relacionarse con la pérdida del poder personal.

No solemos mirar en nuestro interior y observar que pensamos y sentimos. No somos conscientes de cómo funcionamos. Creemos que la vida nos viene dada. Y hacemos cursos de desarrollo personal y terminamos creando un concepto más en la mente, sin profundizar ni ir verdaderamente al origen, a la causa. Para trascenderla se requiere trabajo a un nivel superior al actual de conciencia. Como decía Albert Einstein,

«No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos»

El espíritu es la parte intangible de nosotros. Es la única dimensión de nosotros mismos que puede guiarnos, de dónde surge la voz interna siempre y cuando se mantenga la conexión mente – espíritu. Es además la puerta a la inteligencia del Universo que puede obrar milagros y valga la redundancia, que nos guía en el instante presente.

La conexión con el espíritu también es la responsable de guiar nuestras preferencias en la vida y lo que nos permite encontrar nuestro propósito.

¿qué pasa si nos dedicamos a algo que no nos gusta?

Pues que desgraciadamente sentimos la separación más a menudo, hasta poder llegar incluso a la depresión espiritual. Pero también es cierto que en los últimos tiempos, el ambiente de competencia y la incorporación de la mujer al mundo laboral, han llevado el trabajo muy arriba en la escala de valores.

Por otra parte, los medios de comunicación están pintando un mundo ahí fuera que engendra temor. Esto es devastador para la mente humana. Las crisis de todo tipo, la separación de naciones, el cambio climático, las guerras, el panorama político, el abismo de las pensiones, no hacen sino incrementar el valor de la seguridad en las personas. Esto impacta en el consumo pero más gravemente en la creatividad y en la cantidad de emprendedores generadores de empleo.

El ejemplo de las pensiones es especialmente ilustrador de cómo funciona la mente humana. Estar hablando tan frecuentemente sobre las pensiones, no es el camino para resolver un problema que lo crea la mente obsesionada del hombre con la seguridad y su futuro.

¿Acaso el miedo funciona para incrementar la tasa de natalidad?

¿Sirve de algo preocuparse tanto por el futuro?

¿Sirve el miedo y la búsqueda de seguridad por encima de todo para despertar la creatividad y la productividad del país?

¿Somos esclavos del nivel de vida que estamos llevando?

¿Elijo yo la vida que quiero llevar?

Como decía Carl Jung:

“A lo que te resistes, persiste”

Hoy en día ya es una idea muy generalizada olvidarse de emprender si tienes hijos. ¿Dónde hemos llegado para que soñar en grande sea incompatible con tener una familia? ¿No somos nosotros responsables de esto? ¿No deberíamos pensar más por nosotros mismos?

Creo que es nuestra responsabilidad la búsqueda del conocimiento que nos de algo de claridad al respecto.

El sistema de pensiones es un derecho de la constitución, pero la mente desconfiada del hombre en un sistema público en seguida sale con excusas y justificaciones. Nosotros también somos esa mente.

Pero tenemos los otros derechos, los que concede el Universo; se trata de los derechos divinos sólo existen para aquellos que deciden creer en ellos. Y estos derechos están para todos los seres vivos de La Tierra, porque somos seres divinos.

¿Cuántas vidas pasarán para hacer uso de ellos? ¿No merecería la pena al menos descubrirlos?

¿A qué quieres entregarte? ¿Acaso no tienes elección?

¿Mantener el estado del bienestar futuro te hace feliz ahora? ¿Ser feliz es incompatible con prosperar?

¿Prefieres competir o Vivir conforme a lo que eres?